jueves, 18 de diciembre de 2008

Carta A Nadie

Lo que escribo ahora no es para nadie. Aunque tal vez sea para ti, sí, seguro lo es.

Me siento tan mal, tan extraño, tan perdido… Y dolió, luego de que haber seguido tu juego, cuando quise abrirme a ti y me deje enamorar de nuevo; pues ya me cansé, ¡se acabó!…

¿Eso es todo? ¿En realidad ha terminado? No, cuánto daría porque finalmente lo sea. Que termine el dolor, las peleas, el desamor, la impotencia, la intranquilidad, la desesperación, ¡y todo lo demás! ¡Cuánto bien me haría el nunca haberte conocido! ¡Qué feliz sería si, aunque sea, pudiera olvidarme de ti! Pero maldita sea la hora en la que nos encontramos, y maldito sea el día en el que me ilusioné. Porque sólo eso es tu amor, una vana y fantástica ilusión, que existe únicamente en mis sueños y en los tuyos, y que en la realidad es todo un fracaso, un demonio disfrazado de ángel y que pudo engañarnos a los dos.

La pena me envuelve y tú ahí, haciéndome flaquear, logrando que caiga de nuevo en tu trampa, ¡cuándo aprenderé! Es demasiado estúpido que sepa todo esto y que no me haga caso, que siga volviendo a tus brazos. Es muy tonto caer y caer siempre en lo mismo, pero así soy yo, no, así me haces ser tú. Sí, tú que consigues sacar dos palabras de mi que ya nunca pensé decirte más: Te amo; que aunque no lo sienta, logres meterme en la cabeza que sí, y bueno, ¿qué es una mentira más?

Yo sé que todo esto es pura falsedad y continúo, tú me haces seguir, y en fin… Te amo...

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